
La situación se volvió insostenible para muchos establecimientos que, aun trabajando al límite, evitan subir los precios para no perder más clientela.
“Estamos priorizando el vínculo con los clientes y tratando de sostener la actividad. Por eso, la mayoría de las panaderías decidimos no trasladar los nuevos aumentos al mostrador”, señaló Rubio, en diálogo con VersiónRosario. “El problema es que los incrementos son constantes: la harina subió entre un 10 y un 12%, y el resto de las materias primas entre un 6 y un 10%. Pero si aumentamos los precios, las ventas caerían todavía más”, agregó.
El dirigente explicó que el sector se mantiene en un delicado equilibrio, esperando definiciones económicas nacionales. “Estamos expectantes de ver qué pasa con el dólar en los próximos días. Nadie quiere ajustar valores hasta tener un panorama más claro, pero la realidad es que los costos ya no dan tregua”, apuntó.
El principal temor de los panaderos es que la combinación entre inflación, tarifas y baja demanda derive en el cierre masivo de locales. “Hoy las ventas están entre un 15 y un 20% por debajo del año pasado, y si se compara con un año bueno, la caída llega al 40%. Ya hemos visto casos de cierres en otras provincias y todos estamos haciendo lo imposible para no llegar a ese punto en Rosario”, sostuvo Rubio.
Uno de los factores más preocupantes es el aumento en los servicios públicos, especialmente la energía eléctrica. “Hace unos años una boleta de luz nunca superaba el valor de un salario. Hoy, en términos comparativos, representa casi dos sueldos y medio. El costo energético se triplicó respecto de lo que pagábamos hace poco”, remarcó.
Desde la Cámara de Panaderos insisten en que el sector necesita medidas urgentes de alivio para evitar que la crisis se profundice. “La panadería es una de las pocas actividades que todavía mantiene precios controlados, pero eso tiene un límite. Si la situación sigue así, muchas pequeñas empresas familiares no van a poder sostenerse”, advirtió Rubio.
Con márgenes al mínimo y ventas en retroceso, los panaderos rosarinos enfrentan el desafío de sobrevivir sin romper el delicado pacto de confianza con sus clientes. “No queremos trasladar todo a precios —concluyó Rubio—, pero la realidad nos está empujando al límite”.