Tras una campaña traumática que dividió como nunca en la historia reciente a Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva logró su resurrección política y el país volverá a girar a la izquierda con su triunfo en el ballottage de este domingo por 50,73% de los votos frente al 49,27% del presidente ultraderechista, Jair Bolsonaro, quien vio trunco su sueño reeleccionista.
La ajustada diferencia reavivó los temores que sobrevolaron la campaña sobre la reacción que tendría Bolsonaro (Partido Liberal) ante una derrota y si podría pedir una impugnación con denuncias de fraude, aunque en una de sus últimas intervenciones públicas dijo que quien obtuviera más votos “se llevará la elección”.
Solo una vez se registró un pedido de impugnación electoral en Brasil. Fue en 2014, cuando el candidato Aécio Neves (PSDB) pidió ante el Tribunal Superior Electoral (TSE) un nuevo recuento tras su derrota por 3,2 puntos en el ballottage ante Dilma Rousseff (PT). Pero el reclamo se disolvió rápidamente, tras perder el respaldo de su propio partido, y fue desestimada por los jueces.
Para Lula será un difícil regreso al poder, con un país polarizado al extremo, una derecha fortalecida tras los avances electorales del bolsonarismo en el Congreso y los gobiernos estaduales, y una base movilizada que seguramente le opondrá resistencia a los cambios que impulsará el mandatario electo.
El resultado del ballottage fue seguido con máxima atención por los gobiernos de América Latina, sobre todo ante la alta expectativa de los líderes de izquierda –entre ellos, Alberto Fernández– que esperaban un triunfo de Lula para volver a estrechar lazos con Brasil, luego de una gestión bolsonarista que lo distanció de la región y el Mercosur.
Tras votar esta mañana en São Bernardo do Campo, en las afueras de San Pablo, Lula se refirió al papel regional de Brasil. “Estamos cansados de ser una región pobre. Brasil debe tener la generosidad para juntar a todos. Necesitamos que América Latina sea un bloque fuerte”, dijo.
Lula, de 77 años, asumirá la presidencia el 1° de enero, a 12 años del final de sus primeros mandatos (2003-2010). En el medio, pasó 580 días en prisión por una causa de corrupción que lo dejó fuera de la carrera en los comicios de 2018, ganados por Bolsonaro.
“Gobierno débil”
La principal bandera de Lula en la campaña fue la promesa de repetir los logros de la primera década del siglo, pero los expertos advierten por las deudas sociales urgentes de Brasil, con una pobreza extrema que creció en los últimos años, y una economía que se desacelerará el año próximo.
“Estoy ilusionada con el regreso de Lula. Creo que él es el único que puede volver a poner a Brasil de pie”, le dijo a LA NACION Amanda Nunes, que votó por el exmandatario en San Pablo.
El presidente electo prometió esta mañana “pacificar el país”, luego de una agresiva campaña electoral que mostró ataques permanentes entre los candidatos, un aumento de la violencia política, una fuerte disputa en las redes sociales –plagadas de fake news- y una radicalización de las bases más duras, sobre todo de Bolsonaro.
“El de Lula será un gobierno débil”, señaló Brian Winter, redactor en jefe de Americas Quarterly. “En Brasil resurgió un movimiento conservador muy fuerte” que se identifica con Bolsonaro, añadió.
Un seguidor de Lula da Silva, en la jornada electoral, en Río de Janeiro
Un seguidor de Lula da Silva, en la jornada electoral, en Río de Janeiro
Bruna Prado – AP
En San Pablo, otra de las grandes batallas del día electoral, el aliado de Bolsonaro Tarcisio de Freitas (Republicanos) se impuso a Fernando Haddad (PT) con un 55% de los votos, un triunfo clave para el futuro del bolsonarismo.
El presidente hizo una apuesta muy fuerte a la ayuda social con el plan Auxilio Brasil y a las mejoras en diversos indicadores económicos (como la inflación, el crecimiento y el empleo) para revertir la ventaja de Lula, pero si bien le sirvió para mejorar su desempeño electoral, no le alcanzó para llevarse el botín mayor.
La jornada estuvo marcada por una polémica sobre problemas en la circulación del transporte público en el nordeste causado por controles de la policía de carreteras, que habían sido prohibidos por la justicia electoral para facilitar la votación. Esto atrasó “la llegada de electores” a los centros de votación esa zona, que vota mayoritariamente a Lula, aunque “en ningún caso impidió que llegasen” a sufragar, indicó el presidente del Tribunal Superior Electoral, Alexandre de Moraes.
Fuente: La Nacion