Informe especial

Todos comen de la basura

Rosario gasta por año más de 60 millones de dólares en recolección y disposición final de los residuos. Así, los costos y las toneladas de desperdicios crecen sin pausa, a contramano de la Ley de Basura Cero, impulsada en 2009 por el entonces diputado Pablo Javkin.

Buenos Aires fue la primera ciudad latinoamericana en tener una Ley de Basura Cero en 2005. Tres años después, Rosario también aprobó una ordenanza con el mismo objetivo.

El ejemplo se extendió a la provincia, ya que Santa Fe fue la primera con legislación de este tipo, en 2009, a partir de un proyecto impulsado por el actual intendente de Rosario, Pablo Javkin.

El 29 de noviembre de 2009, la Legislatura de la provincia sancionó con fuerza de ley el reconocimiento de la importancia de adoptar el concepto de Basura Cero como principio fundamental para la gestión de los residuos sólidos urbanos en su territorio.

Esta ley establece un marco normativo que estipula un cronograma de reducción progresiva de la cantidad de residuos depositados en rellenos sanitarios, tomando como base el total de los residuos dispuestos en 2008. 

Un dato no menor: la norma dice textualmente que “la prohibición de la disposición final en relleno sanitario de materiales tanto reciclables como aprovechables debe cumplirse para el año 2030”. De esta manera, las ordenanzas sobre la gestión de residuos que se presenten en las distintas localidades de la provincia deberán tomar como referencia esa ley.

En el caso de la ordenanza 8335 de Basura Cero en Rosario, existe una completa compatibilidad entre los principios, definiciones, metas y objetivos con lo determinado por la norma provincial, la ley 13055.

La mayor parte de los residuos que se producen en nuestra ciudad son depositados en el relleno sanitario Resicom SRL, ubicado en la comuna de Ricardone, a solo 20 kilómetros del centro de Rosario.

En 2017 se inauguró en Villa Gobernador Gálvez el primer Centro de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (Girsu). La ejecución de la obra –financiada por la Nación y la provincia– superó los 12 millones de dólares. Es un establecimiento que viola todas las normas internacionales: está al lado de un curso de agua (a poco más de 300 metros del arroyo Saladillo) y a 100 metros de una ruta nacional (autopista Rosario-Buenos Aires). La instalación está abandonada, no se realiza ninguna tarea de reciclaje y empuja al enterramiento clandestino de basura.  

En definitiva, 14 años después de sancionada la ley de Basura Cero el objetivo continúa estando muy lejos de cumplirse, ya que cada vez se entierra más cantidad de residuos: se disponen actualmente más de 300.000 toneladas de basura al año frente a las 230.000 de 2008… y 2030 está cada vez más cerca.

La recolección

En 2009 también se creó el Servicio Urbano de Mantenimiento Ambiental de Rosario (Sumar), también denominado Ente de Higiene Urbana (EHU), un ente público que tomó a su cargo la recolección de residuos en el centro y principales avenidas.

Desde entonces, los servicios de recolección quedaron divididos en tres zonas: la central y principales avenidas, atendidas por el Sumar con el 23 por ciento de las cuadras; la zona norte, a cargo de la empresa privada Limpar (39 por ciento de las cuadras) y la sur, bajo la órbita de la empresa privada Lime (38 por ciento de las cuadras).

Como ejemplo, y según cifras oficiales, en 2008 se enterraron 230.274 toneladas mientras que en 2017 la ciudad alcanzó un récord histórico de 307.695 toneladas. A estos números hay que convertirlos en dinero, ya que al final de cuentas también importan las cifras millonarias que le cuesta este servicio a la Municipalidad: en 2018 el costo fue de 239.853.750 pesos, equivalente a 11 millones de dólares. A valores actuales, en base a lo publicado en la página oficial del municipio, en 2021 se gastaron 846.403.000 pesos (justamente, también 11 millones de dólares) en la disposición final de residuos sólidos urbanos, y otros 4.288.280.000 pesos (50 millones de dólares) en la propia recolección.

En base a lo indicado en el presupuesto 2022, se gastarán este año en disposición final 1.153.496.000 pesos (13 millones dólares), sin contar el subsidio del ente público Sumar. Costos ridículos.