“Si algo faltaba para completar el rumbo negativo de tres campañas consecutivas dominadas por una intensa sequía, era el estrés adicional que sufrieron los cultivos al soportar, con extrema escasez de agua, el abrupto pasó de una ola de calor a un marcado descenso térmico en menos de una semana”, señala la Bolsa de Comercio de Rosario en su reporte semanal.
Las altísimas temperaturas máximas del domingo 12 dieron paso al ingreso de una fuerte circulación sur que derivó en el ingreso de una masa de aire mucho más fría que lo habitual, más acorde con una circulación otoñal que propia del segundo mes del año.
Hace una semana atrás, en el informe de GEA del jueves 16/2, reportábamos que los cultivos de la región habían estado sometidos por más de 50 horas a temperaturas superiores a los 30 °C (entre el martes 7 al lunes 13 de febrero). Los registros máximos superaron los 38 °C. Pero en tan solo tres días, las temperaturas se desplomaron y las mínimas que se registraron a inicios del fin de semana largo de carnaval (sábado 18) no superaban los 6 °C en la región. Las marcas más bajas estuvieron cercanas a 2ºC, y el valor extremo tuvo lugar en Hernando, Córdoba con 1.5°C.
Lluvias de febrero: balance negativo
Transcurridas tres semanas de febrero, las lluvias acumuladas sobre la región núcleo apenas alcanzan entre el 10 y el 50% de los valores mensuales medios estadísticos. Los valores promedio para la región oscilan de 90 a 120 mm (de oeste a este). En el noreste de Buenos Aires la faltante es de más de 100 mm para alcanzar el promedio de lluvias de febrero de los últimos 30 años. En el noroeste bonaerense y en el sur santafesino el déficit es de 75 y 100 mm. En el centro sur santafesino y el sudeste cordobés las lluvias le deben entre 75 a 50 mm para alcanzar el promedio del mes. Sin embargo las proyecciones meteorologías no son optimistas en cuanto a la posibilidad de precipitaciones que permitan revertir el balance negativo de febrero: “los pronósticos indican que no tendremos aportes importantes de agua hasta el final del mes, por lo que febrero se encamina a sumarse a la lista de meses pluvialmente deficitarios”, dice el consultor Elorriaga.
¿Cómo fue el impacto de las bajas temperaturas sobre los cultivos?
De acuerdo al informe de la Guía Estratégica para el Agro, cuantificar el impacto de las bajas térmicas sobre los cultivos es apresurado. Se requieren al menos diez días para evaluar la evolución de los cuadros. “Es posible que haya daño subclínico que no estamos viendo”, dicen desde Pergamino. “El efecto varia de lote a lote: influyen las fechas de siembra, el estado de desarrollo del cultivo, la altitud del lote. Aunque creemos que no tendrán un gran impacto, claramente va a afectar el rendimiento. Gratis no nos va a salir”, comentan desde Marcos Juárez.
En Arroyo Dulce no desestiman el impacto de estas temperaturas pero hacen hincapié que el problema de base sigue siendo la sequía: “en un año normal, estas bajas térmicas que tuvimos no serían problema, o representarían una mínima pérdida de hojas superiores y algún nudo. Pero con la seca brutal que están sufriendo los cultivos, en particular la soja, no había margen para otra agresión del clima. De no llover en los próximos 10 días podríamos perder todos los lotes de soja”. En la región coinciden en que el mayor golpe se lo llevó la soja de segunda y los cultivos sembrados en ambientes limitantes: “es que a causa del severo estrés hídrico de estos cuadros no hubo regulación térmica”.
Por su parte, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la producción de soja y maíz en Argentina, uno de los mayores exportadores mundiales de estos granos, nuevamente se verá golpeada este año debido a la falta de lluvias y las heladas tempranas que hace pocos días afectaron a algunas regiones del país. Según las últimas proyecciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la producción de soja se reducirá en 4,5 millones de toneladas a 33,5 millones de toneladas. En el caso del maíz, los rendimientos relevados de cuadros tempranos se mantienen por debajo de las expectativas iniciales, al igual que las productividades proyectadas en los núcleos norte y sur. El nuevo pronóstico de producción para la campaña 2022/23 se ubica en 41 millones de toneladas, una caída significativa respecto a la campaña anterior.