Exclusivo Marcelo Sain

“El objetivo de este ataque es presionar al poder político”

Así lo aseguró el exministro de Seguridad Marcelo Sain sobre la balacera contra un comercio de la familia Roccuzzo. Además, hizo una radiografía precisa y descarnada de la violencia que azota a Rosario.

El exministro de Seguridad de Santa Fe Marcelo Sain consideró que el motivo del ataque a balazos contra un comercio de la familia Roccuzzo es “presionar al poder político”. Esta consideración y muchas otras de interés sobre la violencia en Rosario y las tramas del poder establecido en la provincia dejó al descubierto el exfuncionario durante una entrevista con Marcelo Fernández en el programa «Con sentido común», que se emite por CNN Radio Rosario.

—¿Qué lectura hace de lo que ha pasado y de lo que está pasando últimamente?
—La verdad que la experiencia criminal en Rosario de la última década indica que cuando hay algún tipo de balacera contra un objetivo así, que no se inscribe en el marco del intento de matar a un contrincante o de amedrentar algún comercio para extorsionarlo o de atentar contra un búnker adversario, se trata de una suerte de acto de presión que intenta amedrentar a algún actor. Y habitualmente cuando esto ocurrió, y pasó durante mucho tiempo, como en aquella causa de balacera sobre casas de magistrados, oficinas de magistrados y sedes del Poder Judicial, es porque en general había un mensaje hacia las estructuras del poder político.

—¿De quién? Porque el intendente Javkin sugirió que podía ser un mensaje de las fuerzas policiales o de seguridad…
—Puede ser, porque en general los grupos criminales tienen componentes no policiales y policiales. Es muy probable que esto sea así. Yo no sé si él lo dijo al pasar, como casi siempre lo hace, o porque tiene información, pero me imagino que habrá sido al pasar. Puede ser que sea así, pero también puede ser que sean grupos criminales que lo que están diciendo es «pactaron con nuestros adversarios y yo les voy a pudrir todo el rancho».

 

—¿Qué quiere decir con eso de que «pactaron con los adversarios nuestros»?
—Eso es lo que ha ocurrido siempre. Los Monos, cuando baleaban, era porque había un acuerdo con el grupo contrario, Alvarado. Hoy conocemos esa historia. Es decir, «ustedes cumplieron algún acuerdo conmigo»: el abreviado con el Guille Cantero, condiciones de encarcelamiento muy severas… entonces necesitaban relajar un poquito esas condiciones de encarcelamiento; y la única manera que tienen estas personas de amedrentar al poder político o a alguna autoridad política es a través de las balaceras. No van a hacer una movilización en el centro de Rosario, ni van a hacer un reclamo en la Justicia civil.

—Ahora, el mensaje que dejaron…
—Usaron la figura de Messi. No está involucrada la familia Messi, para nada. ¿A quién le duele esto? Le duele al poder político. Es un hecho más, como también cuando se balea a un centro de salud, la sede de la Agencia de Investigación Criminal. Son hechos que tienen como objetivo fundamental generar algún tipo de drama social y de presión sobre el poder político. Pero esto hay que dejarlo correr. Estas son interpretaciones a partir de la historia de lo que hemos visto en los últimos tiempos. Lo que noto a veces en Rosario es que no concatenan los hechos, no analizan lo que pasó el día anterior: «La película empieza cuando yo llego al cine». Como que no hay historia, ¿no? No se pone una matriz interpretativa a los hechos anteriores. Cuando las bandas criminales han hecho estos acontecimientos, los hicieron en función de amedrentar a algún sector: al policial, al político, al legislativo, en función de cosas que después vamos a saber. Esto, por un lado. Por otro lado, hay en este momento una disputa fenomenal por el control de ciertos circuitos criminales. Cuando pasa esto que ustedes los periodistas llaman «disputa en la interna de la barra brava de Newell’s», no es la barra brava de un club. Es la interna criminal dentro de la gran organización del Guille Cantero. Es decir, le están disputando al Guille Cantero el dominio de su propia organización. Esto es lo que está pasando en los últimos meses en Rosario, que yo no sé si el poder político está muy al tanto. Cuando ves que los actores de un lado y del otro reportan a la franquicia del Guille Cantero y se están matando a tiros entre ellos, en ese marco se inscribe claramente el asesinato de este pobre pibe Jimi Altamirano. Uno tiende a hacer una interpretación para la que no hay que ser una lumbrera criminológica. Evidentemente a esa interna no la puede ordenar el jefe del grupo, porque le están disputando la autoridad. Lo que están disputando es un pedazo del mercado de drogas. Y agrego un elemento: el Estado no juega porque la Policía es un desastre, está comprada, perdió el control de la calle, ni siquiera es eficiente para regular el mercado de la droga como ocurre en Buenos Aires y en el Gran Buenos Aires; y además tenés un Ministerio Público de la Acusación donde muy excepcionalmente investiga estas cuestiones porque saben muy bien muchos fiscales que detrás de cada balacera cuál es el riesgo que corren ellos. Si investigan a fondo llegan a alguna estructura policial con protección política, a alguna estructura judicial. Y saben que ahí se les acabó la carrera.

—Esto arranca, por lo menos, con Binner, que desbandó a la Policía; siguió con Bonfatti, que hizo un acuerdo con el Senado santafesino y le volcó una tonelada de plata; luego con Lifschitz, que concretó un monopolio de medios de comunicación y controló a los fiscales; y más tarde con Perotti, sobre quien había mucha expectativa pero no le puso la frutilla al postre… le puso un cajón de frutillas.
—Yo hago una distinción: la gran diferencia entre Hermes y el resto de los socialistas, Bonfatti y Lifschitz, es que Hermes no jugó a la interna criminal; en cambio los otros dos sí. Ellos definieron como política prioritaria convalidar a un grupo criminal, esto es lo que le vendió la Policía y ellos aceptaron, para tratar de ordenar el mercado de la droga e ir contra el otro. Fueron contra Los Monos, y estos se dieron cuenta de que los atacaban a ellos pero nunca al clan Luis Medina-Alvarado. Después se pudo comprobar, cuando investigamos a Alvarado, que contaba con una protección policial con fuerte convalidación del gobierno socialista y de un sector del peronismo, por todos esos policías que estaban refugiados. Todo esto se ventiló, o sea que ahí están los elementos para hacer una muy buena historia de por qué el Estado es cómplice de los problemas que tiene Rosario. Reducir el problema del narcotráfico a las balaceras plebeyas es una suerte de hipocresía de los sectores gobernantes en Santa Fe, porque hay un compromiso fenomenal de esta manera, como lo estoy describiendo. Digámoslo una vez más: Bonfatti y Lifschitz, este último a través de Pullaro, jugaron con una de las bandas. ¿Recuerdan quiénes eran los mandamás en Rosario de la vieja PDI? Los hermanos Rey, condenados por formar parte de la gavilla de Alvarado. ¿Se acuerdan de todo el grupo que condenado en juicios abreviados el año pasado durante el proceso contra Alvarado? Todo ese grupo venía de Drogas Peligrosas y terminó en San Lorenzo protegido por el senador Traferri. Okey, pero fueron enviados allá por Pullaro, porque quien firmaba los pases era él. Eso fue un acuerdo entre Pullaro y Traferri. Se tienen que hacer cargo de esto. En Rosario se tienen que hacer cargo de la política. La política despunta detrás de este desmadre. Y el otro gran problema es la politización del Ministerio Público de la Acusación. Si cada vez que hay un fiscal que escala una investigación en la estructura de poder y tiene los problemas que tuvieron Schiappa Pietra y Edery, entonces ningún fiscal va a querer investigar otra cosa que no sea un homicidio, un hecho de sangre y punto.

—Queda claro…
—Esa politización también se reflejó cuando la Legislatura le robó la facultad disciplinaria a los fiscales y se atribuyó la posibilidad del avocamiento para las faltas graves. Entonces cualquier gil denuncia a un fiscal porque no le gusta y la Legislatura tiene la facultad de avocarse y tomar ese juicio disciplinario para sí mismo. Es más, como no les alcanzaba conmigo porque yo no era fiscal, hicieron la «Ley Saín», me agregaron a mí en ese tándem y después me la aplicaron. Eso es Santa Fe.

—Y ahora que la sangre está llegando al río, esos grupos que están tan abroquelados desde hace tanto tiempo, ¿no crujen?
—Creo que no, dominan el sistema político. Te voy a decir más: todo indicaría que las nuevas autoridades del Ministerio Público de la Acusación se van a terminar definiendo en un cuartito donde el compromiso hacia quien sea elegido es «no te vas a meter con la estructura de poder».

—La información que tengo sobre eso es que ocurrirá algo escandaloso. Digo escandaloso, aunque en realidad nunca hay ningún escándalo…
—Desde el momento en que no garantizaron jurados objetivos eso quedó en la camándula histórica de siempre.

—O sea, van a consolidar este poder que está describiendo.
—Van a llamar un outsider porque el candidato histórico de ellos era (Carlos) Arietti, pero a partir del estropicio que hizo en un montón de causas dejó de servir, entonces echaron mano a candidatos externos. Pero yo hago la siguiente pregunta: ¿nadie evaluó el desempeño de algunos fiscales que han competido por esos lugares? Por ejemplo, ¿no merecería ser elegido Schiappa Pietra con la formación técnica y jurídica y la trayectoria que tiene? Nunca va a ser elegido.

—A Schiappa Pietra no lo van a elegir.
—Claro, porque no les va a garantizar impunidad. Y eso está probado. No titubeó en investigar estructuras independientemente del signo político. Ahí cayeron peronistas, radicales… cayeron los que ellos interpretaban que habían cometido delitos. Entonces estos funcionarios judiciales no dan garantías al sistema político santafesino. Otro gran tema: el sistema político santafesino no quiere reformar a la Policía. ¿Qué están esperando para hacerlo? ¿Qué otra evidencia necesitan para dar cuenta de que esta Policía no sirve para nada, ni siquiera para regular ilegalmente el mercado? Voy a decir algo contrafáctico: si llevás a Rosario 40 comisarios de la Bonaerense y 2.000 policías bonaerenses, te pacifican Rosario en dos meses porque te dicen: «Este sí; este no». Punto, se acabó. O sea, esta Policía no sirve ni para eso siquiera. En el Gran Buenos Aires y en el corazón de la Ciudad de Buenos Aires, a 30, 40 cuadras del obelisco, también hay un mercado de drogas muy prolífico. Pero la Policía lo pisa, lo «clandestiniza», lo invisibiliza y lo regula; extrae dinero de ahí, pero lo pacifica. O sea, lo hace tolerable políticamente. En Rosario, en Santa Fe, ni siquiera para eso sirve la Policía. Entonces, ¿qué más evidencia necesitás para ir a una profunda reforma policial? Nadie la quiere hacer porque les conviene tirarse los muertos entre ellos y después valerse de la Policía para financiar campañas políticas o tratar de manejar con alguna complicidad mediática la sensación de que hay seguridad. Esto es lo que ha hecho Pullaro. ¿O acaso alguno cree que con Pullaro no pasaban estas cosas?

—Si se consolida este MPA nuevo puesto a dedo tenemos que apagar la luz, cerrar la puerta y salir…
—No veo ninguna alternativa al respecto. Además, al gobierno que estuvo decidido a ir en contra de todo esto, y lo dijo Omar Perotti en la Asamblea Legislativa del 11 de diciembre de 2019, le doblegaron la voluntad y a mí me sacaron del medio.

—¿Por qué le fue mal a usted?
—Me fue mal porque evidentemente estaba todo el sistema político en contra. Y además no contamos con el apoyo que esperábamos del gobierno nacional. El desempeño del gobierno nacional durante toda nuestra gestión fue desastroso. Yo pensé que una compañera amiga de la Universidad, como Sabina Frederic, y que un amigo político histórico como Alberto Fernández iban a tener un compromiso mucho más importante. Se los explicamos con Perotti. Nosotros tuvimos una reunión el 15 de enero de 2020 con medio gabinete nacional y con el propio presidente donde pusimos nombres y apellidos del problema: jueces federales, fiscales, componente policial, estructura política… Yo me encargué personalmente, delante de Wado de Pedro, de Santiago Cafiero, de la ministra Frederic y del propio presidente, de darles todo el panorama. Me miraban con una cara como diciendo «¿de qué se trata esto?» Les pedimos apoyo y nunca llegó. Nunca. La interpretación corriente en Santa Fe es que lo que debe hacer el gobierno federal es lo que tiene que hacer la Policía de Santa Fe, patrullar las calles. O sea, no están pidiendo más investigación criminal, sino que haya más patrullaje de Gendarmería en las calles; y eso no le toca al gobierno nacional, sino al gobierno provincial. Ahora, si no se avanza en la reforma de esa Policía es muy difícil que tengan legitimidad para pedir al gobierno federal. Lo que ocurre es que hoy este tema también está generando una suerte de impacto político sobre el gobierno nacional.

—¿Escuchó las declaraciones de Alberto Fernández diciendo «algo más tendremos que hacer»?
—Yo le voy a dar un consejo a Alberto. Ese «algo más» es: primero que tenga cuidado cuando se cierra alguna interna en la provincia de Santa Fe para no andar convalidando a parte de la mafia, y me refiero a Traferri. Segundo, le diría que dejen de plantear que hay que crear más juzgados de Instrucción. Hay que crear más fiscalías e implementar de manera inmediata el nuevo Código Procesal Penal. Pero además de eso, tiene que haber fiscalías especializadas en la investigación del crimen organizado. Y si esas fiscalías no vienen acompañadas de una nueva Policía judicial, especializada en criminalidad organizada, también eso va a fracasar. Sobran los juzgados de Instrucción en Santa Fe.

—Ahora, lo que me llama la atención es que usted dice que al gobierno nacional le pintaron un panorama de la situación en Santa Fe con nombres y apellidos.
—Fuimos a esa reunión con todo, todo, a decir quién era quién. Incluso en esa primera reunión participó Leandro Busatto.

—Finalmente acordó con este grupo que estamos describiendo, ¿no?
—Bueno, Traferri forma parte de la Junta de Seguridad Pública. Debe aportar ideas muy valiosas.

—¿Qué se puede esperar entonces de acá hasta el final del mandato de Perotti?
—No lo sé. Sinceramente, se me escapa la posibilidad de la imaginación. Me da la impresión de que cada vez que hay un hecho dramático y estrepitoso, hay una suerte de mirada hacia otro lado, pero no hay voluntad de acordar. En su momento presentamos tres proyectos integrales de reforma institucional, traducidos en tres proyectos de ley. No los quieren tratar porque tienen nombre y apellido, Marcelo Sain. Sáquenle mi nombre, yo ya no estoy más ahí, ni quiero aparecer, ni nada por el estilo. La verdad es que no tengo ningún interés en hablar con nadie de la prensa santafesina. Entonces, olvídense de Sain, dejen de romper las bolas.Agarren esos proyectos y empiecen a discutirlos. Yo sé que en esos proyectos hay también una visión que comparten los socialistas: la diferenciación entre el sistema de policía, la profesionalización por carrera, el control externo, la conducción civil. Ahí está todo eso diseñado. Modifiquenlo, vayan un poquito más para allá, un poquito más para acá. Vayan definitivamente a un proceso serio de reforma policial, porque lo que se ve desde afuera es que reclaman a las fuerzas federales pero no hacen los deberes con el Ministerio Público de la Acusación y con la Policía santafesina.

—¿Cómo están sus causas en Santa Fe?
—Nos imputaron de que yo soy más o menos el Gordo Valor y Jaime Stiuso en las buenas épocas armando una estructura de espionaje político. Los denunciantes son aquellos que hacían espionaje para mí. Pero después de dos años se dieron cuenta de que yo los mandaba a hacer ilegalidades. Además, la mayoría son militantes de Pullaro. Entonces yo armé una estructura de espionaje político con los militantes de Pullaro para espiarlo a Pullaro. ¡Mirá qué boludo que soy!

—Usted que es amigo, ¿puede explicar lo que dijo Aníbal Fernández sobre aquello de “ganaron los narcos”?
—Me cuesta mucho porque tengo un cariño personal tan grande por Aníbal. Creo que el gobierno tiene que ser un poco más agresivo en mostrar los resultados de las investigaciones que yo sé que se están llevando adelante por parte de las fuerzas federales en Rosario. Cuando logramos trabajar con los fiscales provinciales, las unidades de investigación de Gendarmería y de la Policía Federal, tuvimos resultados inmediatos. Eso ocurrió en 2021 y 2022. Eso se ve menos porque cuando sale la noticia no garpa mediáticamente, pero es un hecho concreto. Y lo otro que yo digo, que ya le pasa por el costado a Aníbal Fernández aunque tiene que ver con él, es empezar con la reforma de fondo. Las cosas que hay que reformar no van a resolver esto de un día para el otro, pero en algún momento hay que empezar. Hay que manejar la coyuntura por un lado, pero a la vez hay que introducir este conjunto de reformas. Es un año electoral también y los muertos les sirven a la oposición para juzgarlo a Perotti.

—Este gran club transversal de la política santafesina, ¿de qué manera se puede romper?
—Si la Corte Suprema de Justicia definiera la inconstitucionalidad de los fueros de Traferri, ahí empieza la cosa.