Elecciones 2023

La dirigencia del socialismo paga un alto costo por estar en Unidos

El congreso partidario dejó expuestas las heridas internas como nunca antes. Un grupo hizo visible su descontento por el acercamiento al PRO, un enemigo histórico con el que era impensado encontrar un punto de acuerdo.

La grieta que se abrió dentro del Partido Socialista por aliarse al PRO dentro de la colisión Unidos para cambiar Santa Fe, para las próximas elecciones, quedó graficada durante el congreso que tuvo lugar este sábado en la capital provincial con los carteles de “prohibido girar a la derecha” que se hicieron visibles en el auditorio del Colegio Inmaculada.

Aunque minoritario, pero con dirigentes valiosos y de destacado trabajo en distintas administraciones, el sector “disidente” hizo oír su rechazo y se ocupó de inundar las redes con las imágenes de los gestos de los referentes del partido, sentados en primera fila, en el momento exacto en que asoman los carteles de la protesta.

El exgobernador Antonio Bonfatti scrollea su teléfono, el intendente Alberto Ricci se toma el entrecejo; el flamante candidato a intendente Enrique Estévez clava la mirada en un punto fijo y Clara García mira al frente petrificada, sin pestañear; algo similar a Mónica Fein, que ensaya una sonrisa que queda a mitad de camino. “Esas caras lo dicen todo. Cuando tu posición es una coyuntura electoralista tenés que agachar la cabeza”, razonó un militante.

Las líneas internas en el partido de la rosa no son nuevas. Por ejemplo, Rubén Giustiniani se cortó solo ya hace tiempo. Las diferencias salen a la luz ahora con más claridad porque el socialismo perdió Rosario, su histórico bastión, y se quedó sin la Casa Gris, que controló durante tres períodos consecutivos. Y además sin Hermes Binner –venerado por todos los sectores– ni Miguel Lifschitz –el último referente con capacidad de contención– ya no quedan líderes naturales.

Todos se sienten con derecho a opinar o, llegado el caso, a tirarse a la pileta de una candidatura sin esperar el guiño de arriba. Eso hizo esta semana Federico Lifschitz, quien viendo el ánimo esquivo a bendecir su postulación a concejal decidió abrirse paso a los codazos y tiró de prepo su nombre sobre la mesa de la discusión interna.

Los “díscolos” de la corriente Bases no se quedaron en el lamento por ver que el PS ya no es lo que era. Pasaron a la acción y se convirtieron en la pata socialista del Frente Amplio por la Soberanía que aglutina a la centroizquierda opositora que rechazó acoplarse a Unidos para cambiar Santa Fe. El diputado Carlos Del Frade es a quien ungieron como referente de este espacio, que se presentó en sociedad a principios de esta semana.

¿Por qué Clara García y compañía sí aceptan sentarse a la misma mesa del PRO, históricamente un enemigo con el que era impensado acordar nada? La respuesta, filosa y abierta a interpretaciones, la dio en off un alto dirigente ante un grupo de periodistas, hace unas semanas: “¿Quién es el PRO en Santa Fe? ¿Qué representación real tiene? El PRO es Macri, Larreta, Bullrich y alguno más a nivel nacional, y ahí se termina”.