El menú de bonos que se ofrecen en esta oportunidad cuenta con opciones para todos los gustos. Hay alternativas ajustables por CER, por “dólar A3500” (mayorista), a tasa fija y duales, que responden a dos razones de los mercados. Por un lado, se percibe la posibilidad de un salto cambiario en el corto plazo y por otro, se asume que el nuevo piso de inflación será del 7% mensual. Renovar deuda en pesos en ese contexto resulta un verdadero desafío a pesar de las restricciones regulatorias para la dolarización de carteras.
En cuanto a las tasas, en el primer llamado del mes el Tesoro tuvo que ser generoso ya que ofreció en las dos letras ajustables por CER y en el BONCER: 3,25%, 4,55% y 3,55%, en forma respectiva.
La consultora Invecq, por su lado, señaló que en el primer llamado el Tesoro levantó financiamiento bruto por $227.000 millones con un rollover del 121% frente a los vencimientos que afrontaba. En el segundo llamado para creadores de mercado amplió el neto a 137%.
“Como punto a favor, el Tesoro logró sortear los vencimientos puntuales a pesar de una escalada cambiaria como no sucedía desde mediados del 2020 y de tensiones financieras”, indica la consultora.
Pero considera que las señales negativas corresponden a la forma en que el Tesoro pudo conseguir los pesos. El 84% fue financiamiento indexado, especialmente atado a la inflación. A su vez, se redujeron los plazos: se financió a 107 días contra un promedio de 136 en el primer trimestre. Casi 6 de cada 10 pesos que consiguió estuvieron concentrados en una LECER que vence en julio, en la previa electoral.
Por último, los instrumentos no indexados tuvieron poca demanda y Economía tuvo que pagar 132,6% de tasa efectiva anual. A pesar de ello en la única LEDE que ofreció tuvo un rechazar el 83% de la demanda.