Entrevista

“Hoy la política es parte del problema”

El salteño Juan Manuel Urtubey, precandidato a presidente, dejó una serie de reflexiones sobre el país que aspira construir.

El exgobernador de Salta y precandidato a presidente Juan Manuel Urtubey llegó a Rosario en las últimas horas para presentar su libro “Hagamos un país”, con el que recorre la Argentina en el marco de su postulación para llegar a la Casa Rosada. En diálogo con CNN Radio Rosario, dejó conceptos muy claros sobre el modelo de país que aspira construir.

“Lo primero que hay que hacer es cambiar el paradigma, tenemos que empezar a pensar hacia adelante, no hacia atrás, porque si seguís mirando el espejo retrovisor te la vas a poner de frente y eso nos pasa todos los días. Hay que entender que la solución a los problemas la vamos a tener en la medida en que nos escuchemos”, planteó al hacer un esbozo sobre el objetivo del libro. Y siguió: “En ‘Hagamos un país’ busco escuchar a cada uno de los sectores que pueden generar valor en la Argentina en todos los órdenes, económico, productivo, social, cultural, lo que sea, y entender que es ahí en donde está la posibilidad de desarrollo del país, no es en la mente iluminada de un líder mesiánico que venga a salvar la Argentina. No nos confundamos, lo que necesitamos es escuchar a la gente. Cada sector de la actividad productiva ha ido planteando en este trabajo cuáles son los caminos que se requieren para duplicar la posibilidad de exportar, de producir, de salir de la actualidad en la que estamos. Entonces lo que ensayamos es decir: ‘Miren, hagamos lo que dice la gente, dejemos de inventar otra cosa’. De eso trata el libro”.

—En alguna ocasión ha dicho que hay que salir de la sociedad especulativa para hacer crecer al país, ¿qué es la sociedad especulativa?
—La que vivimos, un país atado a la timba financiera. Si vos junto a dos amigos reunís tus ahorros y te ponés una empresa va a venir el estado municipal, el provincial y el nacional y te van a aplastar con impuestos y te van a sacar las ganas de crecer. Entonces, en vez de invertir, agarrás esa plata y la ponés en un plazo fijo: no te van a cobrar impuestos y vas a ganar más plata que si estuvieses produciendo. Esa es la Argentina especulativa, en donde el incentivo está puesto en la timba y no en el laburo. Hemos ido creciendo como en un círculo vicioso y no podemos salir. Hay que cambiar el modelo de país. Por eso la discusión es cómo generamos una agenda distinta, donde en la Argentina convenga producir y no especular.

—¿Qué clase de peronista es usted?
—Soy un peronista desarrollista. Por cierto, no hay otra manera, porque el peronismo no puede ser ni conservador ni especulativo, tiene que estar mirando al desarrollo. Lamentablemente creo que esa agenda se ha perdido, porque cuando uno habla de peronismo hoy empieza a pensar en la estética y en la forma de mirar la realidad de hace 50 años. Hay que pensar en la Argentina de dentro de 50 años y eso significa creer que la movilidad social está en la incorporación de nuevas tecnologías, en la apertura al mundo, en entender que hay que generar valor, lograr que la Argentina pueda exportar trabajo y no materia prima. La política se ha ido enroscando en una cosa tan autorreferencial que se olvida de que la vida real va por estas cosas.

—¿Qué piensa cuando hay gente que habla del fin de la política en nuestro país?
—El problema es cuando hablamos de qué política. Lamentablemente la política hoy es parte del problema, no de la solución, entonces es comprensible que se entienda que la solución al problema de los argentinos es terminar con la política. El drama es que no hay nada mejor que se haya inventado para lograr la administración de los diferentes intereses que tiene una sociedad, entonces lo que hay que hacer es tratar de empezar a tener mejor política y entender que la política debiera ser la representación de los intereses genuinos de los argentinos. Uno de los problemas centrales es cuando a vos te ordenan tu vida social desde la política gente que nunca pagó una quincena; entonces no saben cómo es y empiezan a especular y toda una historia de ideología y de cosas absurdas detrás de un problema concreto, puntual: cómo hago para habilitar un comercio, para contratar un empleado o cómo hago para pagarle a un proveedor. La política se alejó de eso, por eso muchos dicen que la solución es el fin de la política. La verdad, no la comparto, pero tengo que entender que haya gente que piensa así porque hoy la política es parte del problema.

—¿Cuál le parece que es el camino para superar la grieta?
—Lo primero, la lógica amigo-enemigo ha sido funcional a protagonista y antagonista. Así como en las series de las plataformas van cambiando: en una temporada el protagonista es uno, el antagonista es otro. En la segunda temporada cambia y entonces el antagonista pasa a ser el protagonista y así sucesivamente… La forma de salir de ese lugar es que empecemos a discutir de ideas, no de personas. No vivo en un termo y soy consciente de que nuestra posición electoral no tiene la fuerza de otros espacios políticos en la Argentina de hoy. Pero lo que quiero es hacer todo el esfuerzo humanamente posible para que haya alguien que pueda torcer el rumbo en términos de discutir ideas. ¿Cuándo se termina la grieta? Cuando discutamos ideas.

—Usted siempre ha mantenido un carácter institucional con respecto al funcionamiento de las reelecciones. ¿Qué análisis hace del reciente fallo de la Corte Suprema sobre San Juan?
—Cuando tratamos de exagerar la interpretación de las normas empezamos a tener problemas. Entre otras cosas soy profesor de Derecho Constitucional, y la manera de tener respeto a los derechos constitucionales es que la Justicia siempre interprete las normas en contra del poder, no a favor del poder. Por eso digo, si hay duda en la interpretación de la norma de la Constitución de la provincia de San Juan, me parece razonable que la Corte restrinja un posible abuso de poder. Después ya vienen las cuestiones personales, que uno se enoja, no se enoja, que se metió, que no se metió… El grave problema de la judicialización de la política en la Argentina es que somos nosotros los políticos los incapaces de resolver nuestros problemas, entonces vamos a la Justicia. Y después nos quejamos por un fallo a favor o en contra.

—¿Cómo ve la salida a la actual crisis económica del país?
—La Argentina tiene que ir a un fuerte shock productivo y de apreciación del salario de los trabajadores. La Argentina tiene que crecer. Y para eso hay que bajar impuestos, eliminar retenciones, bajar cargas sociales y generar un marco legal que permita la inclusión laboral a 5 millones de personas que están laburando afuera del sistema. No estoy diciendo que flexibilicemos las condiciones de trabajo de los que hoy están trabajando. A ellos hay que sostenerles sus condiciones de trabajo porque no podemos ir contra derechos adquiridos y aparte ahí no está el problema. Segundo, la Argentina tiene que garantizar estabilidad normativa para bajar el riesgo país y volver al mercado de capitales. Debemos volver al mercado de capitales para tener financiamiento, no sólo el país sino fundamentalmente los privados para que alguien pueda tener un crédito, hipotecar y comprarse un departamento o una casa. Si no es así, la Argentina no tiene destino. Lo que hay que hacer es no innovar, hay que crecer, desarrollarse, gastar menos de lo que producís y abrirte al mundo para vender bienes y servicios.

—¿Tiene opinión sobre la dolarización de la economía?
—La depreciación de la moneda es consecuencia del déficit fiscal, el déficit de balanza comercial, la falta de previsibilidad de nuestra política cambiaria y, por cierto, la falta de confianza en el sistema institucional argentino. Entonces, si yo voy a resolver el déficit fiscal logrando que la economía crezca el 7 por ciento anual y el gasto público no crezca más del 2 por ciento, en 4 años bajás el equilibrio fiscal. Si vas a alentar exportaciones, con lo cual tu balanza comercial va a ser favorable, te van a ingresar divisas; si vas a unificar el tipo de cambio para evitar el disparate de tener 20 tipos de cambio diferentes y volviste al mercado de capitales, sos un país previsible. Entonces, que me digan cuál es la necesidad de dolarizar en un país en donde la moneda se va a apreciar. El problema es que siempre vamos a la consecuencia, no a la causa.

—¿Cómo vio a Rosario en este paso por la ciudad?
—Rosario es una ciudad lindísima. Y me da mucha tristeza la situación de inseguridad y el drama que se vive en algunos ámbitos que, obviamente, termina dañando a toda la comunidad. Y ahí se nota una ausencia enorme del Estado. Y no quiero sentarme a puntualizar si es municipal, provincial, nacional, porque eso es el clásico drama argentino: estamos viendo de quién es la culpa. Acá hay responsabilidades y tenemos que asumir la responsabilidad de que hay problemas federales que hoy le están pegando claramente a Rosario. En un país de fuerte perfil productivista que no crece hace 15 años y que se ha volcado a la especulación financiera y no a la producción, lo primero que se lastima es el nodo logístico más importante de la Argentina, que es Rosario. Entonces hay un problema social producto de un modelo de país que daña a la Argentina, al interior y particularmente a Rosario. Y segundo, frente a eso, tenemos una enorme impotencia de avanzar en la persecución del delito, porque para todos es más cómodo que sea la culpa de otro.