Sergio Fajardo fue alcalde de Medellín entre 2004 y 2007, en tiempos en que estaban frescas las cicatrices de la violencia narco que arrasó desde mediados de los 80 hasta bien entrados los 90, cuando esa ciudad colombiana llegó a registrar 375 homicidios cada 100 mil habitantes en apenas un año.
“Nosotros vivimos la hecatombe, la barbarie, la destrucción en muchos espacios”, describió para poner blanco sobre negro: aseguró que lo que sufre Rosario en estos tiempos no se parece en nada a lo que ocurrió en la ciudad que le tocó gobernar a mediados de la primera década del siglo.
“Ojalá, dicho entre comillas, que los problemas que hubiéramos enfrentado nosotros fueran de la dimensión de lo que está ocurriendo acá. No es ni comparable en el sentido formal”, afirmó Fajardo, quien se encuentra de visita en Rosario invitado por la Fundación Rosario para aportar su ‘expertise’ en conducir y reconstruir una ciudad asolada por la violencia.
Este martes fue recibido por el gobernador Maximiliano Pullaro y por el intendente Pablo Javkin y dio una charla magistral en el Teatro La Comedia, en lo que fue el puntapié inicial de una agenda cargada que incluye reuniones de trabajo con equipos de los gobiernos provinciales y municipales, un recorrido por los trabajos de urbanización en Villa Banana, encuentros con distintos actores de la vida social de la ciudad y hasta una distinción de la Universidad Nacional de Rosario.
“Queremos compartir lo que aprendí en Medellín, lo que me tocó vivir como alcalde, como gobernador (de Antioquia) y como candidato presidencial. Hay que encontrar un punto de quiebre para relanzar, innovar y responder a todas las inquietudes de la ciudadanía. Es importante tener la capacidad de integrarse y trabajar juntos, algo que es fácil decir pero difícil de hacer”, sostuvo.
Para Fajardo, Rosario “ha sufrido altibajos, una asociación con violencia que permite buscar nuevas alternativas y que se convierte en una oportunidad para abrir otros caminos, para repensarse, para encontrarse y para superar distancias”.
“Es una situación compleja e interesante –siguió–, pero no es nada del otro mundo, y por lo que yo he visto y he conversado, hay mucha disposición y la gente tiene el espíritu. O sea, aquí pueden pasar cosas muy buenas”.
La presencia del político colombiano en la ciudad coincide con la conmoción que provocó el rechazo de Ángel Di María de volver a jugar en Central por las reiteradas amenazas de muerte que sufrieron él y su familia. También dejó su impresión sobre este tema: “Yo de Di María me he enterado por la selección argentina que nos ganó la final de la Copa América, por lo que todavía estoy dolido. Di María es una persona ejemplar que suscita cariño y aprecio de las personas del fútbol y eso es una forma fácil de amedrentar, pero yo no creo que tenga mucha mayor trascendencia”.
“Sí molesta y mortifica a los rosarinos que todo el mundo hable de lo que ocurre aquí. Lo que le pase a Di María o a Messi se convierte en noticia global, pero yo creo que es un incidente que se puede tramitar y que se puede entender y hay que explicarlo y no dejarse agobiar por eso. Hay que hablar con Di María, invitarlo, que venga a su tierra”, sostuvo.
Según su visión, en las amenazas al futbolista no ve nada “fuera de acciones que son relativamente fáciles de hacer, que a veces se hacen para llamar la atención, pero no describe realmente lo que está pasando en Rosario y lo que puede llegar a pasar”.
“No tiene nada que ver Rosario con Medellín”, respondió, tajante, cuando le pidieron establecer una comparación entre ambas ciudades. “Ojalá, entre comillas, que los problemas que hubiéramos enfrentado nosotros fueran de la dimensión de lo que estaba ocurriendo acá, pero no es ni comparable en el sentido formal. Nosotros vivimos la hecatombe, la barbarie, la destrucción en muchos espacios. Nuestra tarea era muy distinta”, expresó.
No obstante, admitió que “hay elementos comunes y es justo que se haya preocupación de las autoridades, está bien que se movilicen las fuerzas y es justo que busquen cómo integrarse, pero no es comparable, no tiene ningún sentido”.