Este desfasaje entre el costo del transporte público y los salarios genera preocupación entre los usuarios, quienes deben afrontar un costo cada vez mayor para movilizarse en la ciudad.
En octubre de 2023, el boleto tenía un valor de $185. Sin embargo, esa cifra fue escalando en varias etapas a lo largo del último año. En diciembre de 2023, el boleto pasó a costar $240, y apenas dos meses después, en febrero de 2024, alcanzó los $340. La suba más significativa se registró en marzo de 2024, cuando el valor del pasaje se duplicó, llegando a $700. Para junio de 2024, el boleto se ubicaba en $940, y desde el lunes 14 de octubre de 2024, su nuevo valor será de $1.200.
Este incremento del 548% en un año afecta directamente a los rosarinos, quienes ven cómo sus salarios pierden poder adquisitivo ante una escalada de precios que no parece detenerse. Las negociaciones salariales más recientes no logran contrarrestar el impacto de estos aumentos, y ninguna paritaria ha alcanzado un nivel de ajuste cercano a este porcentaje.
Los usuarios del transporte público, que dependen del servicio para ir a trabajar, estudiar o realizar sus actividades diarias, se ven forzados a destinar una mayor proporción de sus ingresos para cubrir el costo del boleto. Esta situación pone en evidencia la necesidad de encontrar un equilibrio entre el ajuste tarifario y las mejoras salariales para no seguir afectando a los sectores más vulnerables.
A su vez, este aumento también impacta sobre el sistema de bicicletas públicas “Mi bici tu bici”, cuyos abonos también se han incrementado en la misma sintonía. La brecha entre los costos reales de mantenimiento del transporte y el poder adquisitivo de los rosarinos sigue ensanchándose, lo que plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de estas subas en el contexto actual.
