La organización del acto que oficializará la reactivación de la obra pública nacional en Rosario fue la oportunidad para que aflorara la tensión entre Romina Diez y Patricia Bullrich. El detonante fue la decisión de no invitar a Maximiliano Pullaro, aliado de la ministra de Seguridad, pero perfilado como un enemigo por las huestes libertarias.
Cerca de la diputada -y con algo de malicia- aseguran que el espacio que conduce la excandidata a presidente les solicitó que se invite también a Pullaro. Los libertarios, cuentan, se negaron. Entienden que, en el escenario provincial, Bullrich es aliada del gobernador y su tropa santafesina integra Unidos para Cambiar Santa Fe, pero sostienen que es un acto de La Libertad Avanza.
Obra pública, la plataforma de Romina Diez
En línea con la versión que la ubica como candidata, Diez se empezó a mover con los fierros del Estado en Santa Fe tras meses de inactividad local. En sus maniobras hay un denominador común: Pullaro es visto como un enemigo. Por eso, por ejemplo, mandó a avisar que está en contr de que se trate su reelección en la reforma constitucional. Hay otro factor que influye: el protagonismo que adquirió Amalia Granata, con quien no se lleva bien, que viene corriendo al gobernador con relato libertario.
El gesto más fuerte que logró Diez de parte de la Casa Rosada para su candidatura es la reactivación de la obra pública nacional. No solo para la urbanización de Tablada -donde se abrirán dos nuevas calles, se construirán veinticinco viviendas y se mejorará la infraestructura-, sino también para la recuperación de un tramo de 154 kilómetros -entre Santa Fe y Gobernador Crespo– de la Ruta Nacional 11, una arteria clave que recorre la provincia de sur a norte y está en muy mal estado.