El desembarco de Gerardo Werthein en el Palacio San Martín provocó un terremoto político, no sólo por la eyección de Diana Mondino, sino porque sumió al ministerio de Relaciones Exteriores en una crisis inédita en su historia. Lo que comenzó con el desplazamiento de funcionarios promete convertirse en una modificación orgánica de la cartera.
Esa presunción tiene un antecedente inmediato en la decisión de Karina Milei de trasladar de Cancillería a la Secretaría General de la Presidencia a la Fundación Argentina para la Promoción de Inversiones y Comercio Internacional. Al frente de esa agencia colocó al periodista Diego Sucalesca, un funcionario que por estas horas suena como posible reemplazo de Marcelo Cima, el ahora exsecretario de Relaciones Económicas Internacionales, caído en desgracia tras los últimos cambios en la cartera.
Un proyecto inaplicable
Entre los miembros de la carrera reina el desconcierto y el escepticismo sobre la posibilidad de reemplazar embajadas por agencias conducidas por funcionarios ajenos al mundo diplomático, tal como está escrito en el Plan W. “Afirmar que van a designar a dedo a quienes vayan a representar al país en el exterior demuestra que ignoran completamente el funcionamiento del sistema de relaciones internacionales”, considera un funcionario en actividad con una extensa trayectoria en la Cancillería.
La misma fuente remite a la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, suscrita por la Argentina desde su creación en 1941, en la que quedan refrendadas las normas del derecho internacional para la representación ante otros Estados. El primer escollo para el objetivo de Werthein y Milei es que esa convención establece que la representación se realizará exclusivamente a través de personal diplomático, lo que pondría en crisis la posibilidad de colocar a otro tipo de funcionarios.
Otra barrera al plan
La opción W de paralelizar las sedes consulares mediante nuevas agencias también es una maniobra endeble, ya que la mencionada convención plantea que “el Estado acreditante no podrá, sin el consentimiento previo y expreso del Estado receptor, establecer oficinas que formen parte de la misión en localidades distintas de aquella en que radique la propia misión”.
“Una cosa es cierta, hoy Argentina está en el centro de la conversación de la diplomacia internacional, pero no por las razones que piensa el gobierno de Milei. Al contrario, la preocupación está extendida en todo el medio por las declaraciones sobre los alineamiento ideológicos y la persecución de supuestos disidentes o traidores, así lo están haciendo saber de manera informal”, concluyó la misma fuente diplomática.