Cayó el último eslabón

Ya son cuatro los jefes narcos de alto perfil detenidos en Santa Fe

Tras la reciente captura de “Mauri” Ayala, el Gobierno santafesino consolidó una serie de golpes estratégicos al crimen organizado. Se trata de figuras clave que regulaban la violencia en el sur provincial desde las sombras del narcotráfico.

Tras la reciente captura de “Mauri” Ayala, el Gobierno santafesino consolidó una serie de golpes estratégicos al crimen organizado. Se trata de figuras clave que regulaban la violencia en el sur provincial desde las sombras del narcotráfico. “Esfuerzo conjunto, planificación y decisión política”, destacaron desde Seguridad.

La imagen de un Estado reactivo y desbordado por el narcotráfico en el sur de Santa Fe parece resquebrajarse. En poco menos de un año, el Gobierno provincial, en articulación con las fuerzas federales y la Justicia, logró capturar a cuatro figuras clave del crimen organizado: Mauricio “Caníbal” Laferrara, Lisandro “Licha” Contreras, Jonatan “Jonita” Riquelme y, recientemente, Mauricio “Mauri” Ayala.

Todos ellos formaban parte del núcleo duro que, aún desde la clandestinidad o las cárceles, administraban la violencia narco en el sur santafesino.

El ministro de Seguridad, Pablo Cococcioni, fue claro: “La detención de Ayala representa un avance enorme para la seguridad colectiva”. No solo por su rol como distribuidor de drogas, sino por su peligrosidad. “El problema no era solo la venta, sino el método: era un gerente de violencia”, explicó.

Cuatro nombres, una misma red

La lista comenzó a cerrarse en junio de 2024, cuando fue recapturado Mauricio Laferrara, quien había protagonizado una cinematográfica fuga desde la cárcel de Devoto, oculto en un volquete de basura. Condenado a perpetua por al menos seis homicidios en la guerra entre Los Monos y Esteban Alvarado, el “Caníbal” fue localizado en Andino, un pequeño pueblo cercano a Rosario.

A él se sumaron en diciembre Lisandro Contreras, apresado en Tigre tras una operación coordinada entre la Policía de Santa Fe y la Federal; y Jonatan Riquelme, detenido en Caballito por la Central de Inteligencia provincial. Ambos están ligados a “La Banda de los Menores”, una estructura que combina violencia, droga y conexiones profundas con el fútbol barrabrava.

El lunes pasado fue el turno de Ayala. Su nombre era conocido en Villa Urquiza y otras zonas del oeste rosarino. Desde allí, comandaba acciones de microtráfico con una metodología brutal: balaceras, amenazas y complicidades locales. Estaba prófugo desde marzo de 2024, cuando comenzaron las primeras medidas contra presos de alto perfil.

Inteligencia, planificación y cooperación

La captura fue producto de una operación planificada por la Central de Inteligencia y Operaciones Especiales de Santa Fe, creada bajo la nueva Ley de Inteligencia provincial. Su tarea, según Cococcioni, no es auxiliar a la Justicia, sino recolectar información estratégica.

“No hay golpes de suerte: esto fue una tarea de meses, en la que se integraron tareas de campo, análisis de datos y coordinación interinstitucional”, remarcó. También agradeció la labor de la Procunar, el Juzgado Federal N.º 3 y la Fiscalía Federal de Rosario.

El lugar del arresto –una localidad cercana pero no revelada– reflejaría la intención de Ayala de alejarse de los centros urbanos para pasar desapercibido.

Presos de alto perfil: más que una etiqueta

Los cuatro detenidos forman parte del programa de presos de alto perfil, una categoría que busca limitar la capacidad de los capos narcos de seguir operando desde prisión. Sin embargo, su impacto en la calle sigue siendo tangible: por cada captura, hay estructuras que se reconfiguran y conflictos que pueden recrudecer.

“Estos nombres no son cualquier cosa: son piezas fundamentales en el mapa del crimen. Capturarlos no es el final del problema, pero sí una señal firme de que el Estado está dispuesto a dar la pelea”, concluyó Cococcioni.