
Tonelli fue claro al destacar que el cambio cultural y el precio empujaron esta transformación. “Hoy se consume más carne en total, pero menos carne vacuna. Entre pollo y cerdo, pasamos de 12 a 65 kilos por habitante por año. Eso explica el desplazamiento del vacuno, que además es más caro y menos eficiente de producir”, señaló.
Sobre los rumores de que se está vendiendo carne vacuna brasileña en carnicerías argentinas, Tonelli fue tajante: “Eso es mentira. No entra un solo kilo de carne con hueso desde Brasil”. Y aclaró que lo que sí se importa, históricamente, es bondiola de cerdo brasileña, debido a su precio más competitivo.
Consultado sobre las exportaciones, afirmó que Argentina exporta menos que antes, pero que la recuperación es progresiva: “El problema fue que hasta hace un año y medio estaban casi prohibidas las exportaciones. Ahí sí Paraguay y Brasil aprovecharon para ganar mercado”.
Por último, relativizó la supuesta “invasión” de carne extranjera: “Aunque se diga que se cuadruplicaron las importaciones de carne vacuna, eso representa apenas el 0,05% del consumo interno. No tiene ningún impacto real”, concluyó.
El mensaje fue claro: el consumo de carne vacuna bajó por razones estructurales y culturales, no por invasiones externas ni modas pasajeras. Argentina se adapta, pero con un sabor cada vez más mezclado.