
En una entrevista en vivo con CNN Radio Rosario, el concejal Federico Lifschitz encendió la mecha de un debate profundo que atraviesa la gestión pública municipal. Con tono directo, sin vueltas y apelando a lo que llama “el sentido común del ciudadano de a pie”, presentó cinco iniciativas que buscan auditar el funcionamiento interno de la Municipalidad y sacudir los cimientos de la burocracia local.
“Queremos saber cuántos empleados hay, qué hacen y quiénes no están haciendo nada”, disparó Lifschitz, al presentar el Censo para detectar ñoquis, una de las medidas más picantes del paquete. “No vamos a contratar más gente para cubrir a los que no laburan. Vamos a ordenar lo que ya tenemos”, insistió.
Pero el plan va más allá de la detección de ausencias. También incluye la revisión de licencias médicas sospechosas, la eliminación de cargos hereditarios (“ningún familiar directo de un empleado va a tener prioridad”), el fin de los nombramientos a dedo, y una ya conocida propuesta: antidoping obligatorio para funcionarios.
“Quien administra recursos y toma decisiones que afectan a toda la ciudad, no puede estar bajo el efecto de ninguna sustancia. Es así de simple”, aseguró.
Según Lifschitz, casi el 50% del presupuesto municipal se destina al pago de sueldos, por lo que “la única manera de mejorar los servicios sin tocar el bolsillo del vecino es mejorar el rendimiento de los que ya están adentro”.
Con datos llamativos, como la sobredimensión de personal en la Secretaría de Cultura en comparación con áreas críticas como Control, el concejal remarcó: “No planteamos despidos, planteamos que cada quien cumpla con su laburo”.
El mensaje fue claro y con nombre propio: la política y los sindicatos también fueron señalados como responsables de prácticas que, para Lifschitz, deben quedar atrás.
“Lo que decimos es lo que la gente se pregunta en la calle. ¿Cuántos empleados hay? ¿Qué hacen? ¿Por qué los servicios no mejoran? Esto no es contra nadie, es a favor de una gestión más eficiente y transparente”, concluyó.