Tragedia en Circunvalación

Un ciclista murió arrollado por un colectivo y vuelve la alerta por el incumplimiento de la normativa vial

Un hombre perdió la vida este martes por la noche al ser embestido por un colectivo fuera de servicio de la línea 122 de Rosario Bus, que circulaba en sentido norte-sur a la altura de Rivarola.

La normativa prohíbe expresamente la circulación de bicicletas, motos de baja cilindrada y vehículos de tracción a sangre por la traza, pero su incumplimiento es frecuente. El caso reaviva el debate sobre la seguridad vial y la convivencia en las calles de Rosario.

La noche del martes dejó una escena tan dolorosa como evitable. Un ciclista murió sobre la traza de la avenida Circunvalación, a la altura de calle Rivarola, tras ser embestido por un colectivo fuera de servicio de la línea 122 de Rosario Bus, que circulaba en sentido norte-sur. La víctima falleció en el acto, en un sector donde la normativa vigente prohíbe terminantemente la circulación de bicicletas.

Según la Ley Nacional de Tránsito N.º 24.449 y las disposiciones provinciales y municipales, está prohibido circular en autopistas o autovías con bicicletas, ciclomotores de menos de 50 cc, peatones y vehículos de tracción a sangre. En Rosario, esta restricción incluye de forma explícita a la avenida Circunvalación. El objetivo es prevenir siniestros graves en vías rápidas, donde la diferencia de velocidad y la falta de protección hacen que un error sea letal.

Sin embargo, la realidad demuestra que la norma se incumple con frecuencia. A diario se observan ciclistas en Circunvalación y en otros puntos de alto riesgo, ya sea para acortar caminos, entrenar o por desconocimiento. El peligro no es teórico: en mayo, una mujer fue embestida por un camión en Provincias Unidas y Mendoza; en septiembre pasado, un ciclista murió en Avellaneda y Pellegrini cuando un auto huyó tras atropellarlo; y hace menos de dos meses, un joven perdió la vida en Oroño y 27 de Febrero después de cruzar con el semáforo en rojo.

El siniestro de Rivarola vuelve a poner en primer plano una discusión incómoda pero urgente: la convivencia vial en Rosario está en crisis. Mientras algunos ciclistas incurren en maniobras peligrosas y violaciones de normas, la infraestructura exclusiva para bicicletas sigue siendo insuficiente, y los carriles disponibles suelen estar invadidos por otros vehículos. La falta de control y la escasa educación vial terminan siendo un cóctel que no distingue entre víctimas y responsables.

La muerte de este ciclista no es solo una estadística: es una vida truncada, una familia rota y un llamado de atención que se repite. La normativa existe para prevenir, pero sin cumplimiento, sin fiscalización efectiva y sin educación vial, seguirá siendo letra muerta. Porque en el tránsito, como en la vida, no alcanza con saber las reglas: hay que respetarlas. Y cuando eso no pasa, la consecuencia es esta, dolorosa y definitiva.