Con la reforma constitucional ya confirmada y a menos de dos meses del cierre de listas del 7 de febrero, la rosca por las candidaturas ya empezó. Uno de los casilleros más observados es el de convencional por Rosario, para el que el rector de la Universidad Nacional de Rosario, Franco Bartolacci, es uno de los nombres que suena.
La versión corre tanto en la Casa Gris como así también en el resto de los partidos de Unidos para Cambiar Santa Fe, aunque en el entorno de Bartolacci se cuidan de reconocerlo. Sostienen que por estas semanas están “abocados a cerrar el año” de la Universidad, “que fue larguísimo, muy duro y muy productivo al mismo tiempo”. “No hay conversaciones por el tema”, suman, cautelosos.
Sin embargo, la candidatura en el departamento más poblado de Santa Fe puede transformarse en un arma de doble filo: en el laboratorio de Unidos lo ubican en la columna de los distritos donde existe un riesgo cierto y real de perder frente a La Libertad Avanza. No son muchos: solo Rosario y Castellanos, donde respetan la potencia electoral de la tropa de Omar Perotti. En los diecisiete departamentos restantes creen que pueden ganar.
Las encuestas que analizan los armadores del oficialismo indican que el sello libertario llega a arañar los cuarenta puntos en Rosario, lo que pone en riesgo incluso la posibilidad de renovar los ocho escaños que Unidos pone en juego en el Concejo de Rosario. Por eso, por más de que casi todos los indicios lo señalen, ni siquiera la postulación de Seisas está firme: ¿Y si la Casa Gris le pide a Javkin que se haga cargo de la candidatura?
La unidad de la UCR Rosario como plataforma
Sin embargo, el panorama no es completamente adverso para Bartolacci, ya que cuenta con dos diferenciales con respecto a Lifschitz y Seisas. El primero es que es radical, al igual que el gobernador. Lidera Radicales Libres junto con María Eugenia Schmuck, el sector que manejó los destinos del comité departamental de la UCR durante un par de años hasta que, hace pocos meses, se enfrentó en una tensa interna con la renovada tropa pullarista. La disputa se estiró al filo del plenario, pero luego se aplacó y todas las tribus cerraron el año en una reunión con casi quinientos dirigentes.
El otro rasgo distintivo de Bartolacci es su rol como rector de la UNR que ocupa desde hace cinco años. Llegó a la cima de esa casa de estudios -la tercera caja después de la provincial y la municipal- tejiendo acuerdos que saltaron la grieta y se mantuvo apalancado en una gestión reconocida hasta por sus propios opositores. Esa silla, incluso, le permitió estrechar vínculos con conducciones de otras universidades y erigirse como una voz del movimiento universitario en la disputa pública con la Casa Rosada por el financiamiento. Ni Lifschitz ni -en menor medida- Seisas gozan de ese lugar de poder.