Entrevista a Pablo Javkin - Parte II

Rosario busca reafirmar su autonomía y reordenar el desarrollo urbano

Javkin impulsa un modelo de ciudad más ágil, con normas propias, foco en la seguridad y recuperación del espacio público.

El intendente Pablo Javkin avanza con una agenda que combina institucionalidad y planificación urbana. Tras los anuncios sobre refuerzo del control urbano y el reclamo de mayor presencia municipal en la calle, el mandatario rosarino explicó que el nuevo esquema de autonomía busca liberar a Rosario de la tutela burocrática provincial y dotarla de capacidad plena para decidir sobre su territorio, sus recursos y su crecimiento.

El proyecto —que podría aprobarse antes de fin de noviembre— incluye la ratificación legal de la autonomía, la eliminación de normas provinciales que condicionaban decisiones locales (como en baldíos, antenas, parques industriales o arbolado público) y la convocatoria a una futura estatuyente municipal en 2027, donde se debatirá la carta orgánica y la estructura de poder local. Javkin anticipó que esa instancia definirá reglas sobre representación, control y estabilidad fiscal, para asegurar que la independencia no derive en mayor presión tributaria.

En paralelo, el intendente planteó que la autonomía no sólo es un gesto político, sino una herramienta para mejorar la gestión urbana. Desde la recuperación de inmuebles provinciales sin uso hasta la posibilidad de actuar con mayor rapidez en terrenos o espacios problemáticos, la idea es desatar los nudos de la burocracia que frenan intervenciones y respuestas concretas a la ciudadanía.


Un nuevo orden urbano con foco en seguridad y vitalidad de las calles

Ciudad en transformación

El intendente defiende un modelo que prioriza la vida en planta baja, la luz entre edificios y la recuperación de la industria local

La otra cara de esta autonomía es el rediseño del modelo urbano. Javkin reivindicó una lógica menos rígida y más adaptada a la convivencia entre usos industriales, residenciales y comerciales. “La ciudad se hace en las plantas bajas, no en las alturas”, repitió, para explicar el cambio de paradigma: liberar las plantas bajas de las restricciones de altura y fomentar locales, bares y espacios de encuentro que devuelvan movimiento y seguridad a las calles.

Rosario aprobó modificaciones claves en su código urbanístico, con incentivos para la industria —145 nuevos establecimientos y 1,3 millones de m² productivos proyectados—, corredores de altura más equilibrados y una ordenanza que premia a quienes se separan de las medianeras para mejorar ventilación y luz natural. También se avanzó con una innovadora herramienta de preservación patrimonial, que permite a los dueños de edificios catalogados vender derechos de construcción a cambio de financiar su restauración, un mecanismo de “compensación inteligente” que conjuga protección y mercado.

Con esta nueva arquitectura normativa, el municipio busca un desarrollo más armónico y seguro, que estimule la inversión sin perder identidad. La consigna de Javkin es clara: “La ciudad se protege con gente en la calle, con vida, con movimiento”. En ese marco, la autonomía aparece no sólo como una bandera institucional, sino como una oportunidad para redefinir el modo en que Rosario se piensa y se construye.

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