La mayor nominalidad de la economía Argentina y las inconsistencias el mercado cambiario, está teniendo altísimos costos para los consumidores. La inflación no parece tener techo y los consumidores que se habían acostumbrado a comprar electrodomésticos en el “Ahora 12”, refinanciar la tarjeta de crédito para llegar a fin de mes, o comprar mediante créditos personales en las empresas de ventas de electrodomésticos, tras las sucesivas alzas de las tasas de interés sufren un duro golpe.
Los costos están a la vista y se pagarán con un enfriamiento en el consumo y, por lo tanto, en la actividad económica. La falta de dólares, que desemboca en trabas a las importaciones y en aceleración inflacionaria, provoca ese trago amargo en medio de la incertidumbre. La súbita alza de las tasas convoca a que los inversores más grandes se queden en pesos. Y que los más pequeños dejen de pensar en dólares para mantener sus plazos fijos en los bancos.
Para tener una idea: si el consumidor sólo paga el mínimo de la tarjeta y patea para adelante el resto, esa deuda crecerá con un costo del 110/125% anual. Ese es el costo financiero total. Hay que tener en cuenta que se trata de una variable regulada por el Banco Central. Por su parte, quienes busquen consumir con créditos personales otorgados por empresas de electrodomésticos, deberán financiar el saldo pagando un interés que llega al 541% de Costo Financiero Total (CFT).
En este contexto, según datos del Banco Central el financiamiento tanto al consumo como a las empresas retrocedió por séptimo mes consecutivo y marcó, una contracción interanual de 13,9% en términos reales. El mayor derrumbe se registró en los préstamos a las grandes empresas, con una caída interanual de 17,8% mientras que también para las micro, pequeñas y medianas empresas se registró una disminución de 8,5%, también respecto a un año atrás. Tampoco el financiamiento al consumo tuvo mejor desempeño: la financiación con tarjeta de crédito anotó una caída de 11,5% respecto a enero de 2022 y de 1% respecto de diciembre mientras que, a pesar de una baja promedio en las tasas de interés de los préstamos personales, el rubro mostró un derrumbe de 18,4% respeto del año pasado.
El efecto de una economía inflacionaria y con desequilibrios macroeconómicos, es el incremento en los costos para endeudarse o para refinanciar el saldo de la tarjeta de crédito. Una cuestión que debe tener en cuenta el consumidor antes de decidir postergar pagos o tomar un crédito es si su salario puede crecer al ritmo de esa deuda. Lo más probable es que no. El problema es que, con semejantes tasas de interés, es muy probable que los sueldos se queden varios escalones por detrás. Esta traba para el consumo es una de las señales del escenario que viene: un freno sobre la actividad económica, que solo tiene un arrastre positivo del crecimiento de 2022. Subir las tasas no es gratuito.